Dos historias de historias
La Jale y El Pajarito, son dos personajes que tienen
historias que conmueven y llenan de sentimiento, seres llenos de valor y
perrenque, seres que a diario batallan la vida con una sonrisa, seres que nos
enseñan a ser resilientes.
En la vida se presentan diferentes problemas y dificultades
por las cuales cada quien lucha día tras día, si bien en cierto no debemos
minimizar el sentir de los demás, pues la asertividad del individuo no suele
ser igual; no obstante, personajes como La Jale y El Pajarito deben ser
recordados, aludidos y tomados como ejemplo; supongo que una frase de Víctor
Frank, que me encanta y les quiero compartir, encaja de manera oportuna en este
asunto, él dice: “Vivir
es sufrir, sobrevivir es hallarle sentido al sufrimiento” y es que precisamente
en eso debería basarse nuestra existencia, en comprender que hay y seguirán
presentándose circunstancias que nos halan de nuestra zona de confort, pero que
tenemos la posibilidad de transformarlas tomando todo aquello que es funcional
para nuestro crecimiento personal y desechar por el contario lo que nos daña.
Hay ciertas cosas que se presentan sin aviso y que por más que tratemos e
intentemos cambiarlas simplemente no está en nuestras manos y es allí la clave
de entender en que estas mismas nos acompañarán por mucho tiempo, sin embargo
hay otras que si requieren dedicación, trabajo y empeño para cambiarlas,
logrando así etapas de control y manejo de emociones, actitudes, comportamientos
que nos facilitan el andar de este gran camino.
Cuando sabemos cuál es el valor de la vida, cuando sabemos cuánto nos ha costado conseguir algo con el sudor de la frente, cuando reconocemos que por algunos sacrificios tenemos ahora la recompensa, es ahí, donde aprendemos a tenerle amor a la vida, donde valoramos cada cosa pequeña por más mínima que sea, los personajes anteriormente descritos nos enseñan a que no importa si tienes o no dinero, a que cuesta más la alegría y el entusiasmo que le ponemos a las diferentes situaciones de la vida, ellos no tienen un trabajo ni sueldo seguro; salen de su casa y no saben si venderán sus productos, pero para ellos lo mas importante es transmitirle esas buenas vibras a las personas de la calle, ese es su mejor ingrediente, su humildad y sus ganas de hechar para adelante.
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